Somos padres, pero también pareja
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Somos padres, pero también pareja

10/12/2019

El cuidado de la pareja en esta etapa del ciclo vital familiar

Fruto de la charla que tuve el placer de impartir a los padres y madres de la guardería PEQUELANDIA nació este artículo donde podréis encontrar algunas pautas para cuidar la relación de pareja en esta etapa del ciclo vital familiar.

 

LA PAREJA CON HIJOS

La pareja viene primero en el tiempo y los hijos vienen después. Por tanto la atención a los hijos no debiera realizarse a expensas de la pareja, pues todo lo que se invierta en la pareja redundará en beneficio para los hijos.

La existencia y cuidado de un espacio físico y mental solo para la pareja es el primer requisito para asegurar una parentalidad funcional (porque si el vínculo conyugal peligra, indirectamente peligrarán los propios intereses de los hijos).

Los limites deben ser establecidos simbólicamente, pero con claridad. Por ejemplo, el dormitorio, deber ser siempre que sea posible, un territorio sagrado de la intimidad de los padres (sin dramas ni culpabilidades). Calmar los miedos, atender el dolor o la enfermedad, no debe ser una excusa para que, atendida la demanda de nuevo cada generación duerma en su propia habitación.

Existen parejas que presumen de no hacer nada sin sus hijos, y el espacio lúdico de la pareja, del que los hijos quedan excluidos, es utilísimo para cargarse de la energía necesaria que permita manejar adecuadamente la crianza. Porque, aunque es una tarea llena de satisfacciones, a veces puede ser ingrata o difícil, que no solo requiere de conocimientos objetivos razonables, sino también de estados anímicos equilibrados.


El CICLO VITAL FAMILIAR son una secuencia de etapas emocionales e intelectuales que atravesamos como miembros de una familia desde la infancia hasta los años de jubilación.

En cada etapa, nos enfrentaremos a nuevos retos que nos permitirán desarrollar o adquirir nuevas habilidades.

Joven adulto: Separación padres-hijos, diferenciación, saber cuidarse.

Pareja: Formación de la pareja, compromiso con el nuevo sistema y reajuste con la familia extensa y los amigos para incluir al cónyuge.

Familia con hijos pequeños: Reajuste de la pareja para incluir a los hijos, creación de los roles parentales, reajuste con la familia extensa para incluir a los abuelos.

Familia con adolescentes: Aumento de la flexibilidad de los límites familiares.

La adolescencia se considera una de las etapas del ciclo vital familiar más compleja, porque en ella concurren varios cambios evolutivos que afectan a 3 generaciones.

Los abuelos pueden presentar deterioro físico y/o mental más o menos grave, que muchas veces supone una presión excesiva para la familia nuclear.

Los padres tienen que enfrentarse a las exigencias del trabajo y al reto que supone ir delegando funciones en sus hijos, para que en un futuro más o menos lejano abandonen el hogar y desempeñen un trabajo y formen su familia.

El adolescente por su parte debe encontrar una identidad propia, dejar a un lado su narcisismo infantil, desarrollar habilidades de competencia social y profesional e ir distanciándose del sistema familiar para hacer una vida cada vez más independiente.

Emancipación de los hijos y etapas posteriores: Renegociar la pareja, relaciones paternofiliales de adulto a adulto, reajuste para incluir la familia política y los nietos. Afrontar la enfermedad y la muerte de padres y abuelos.

Familia en las últimas etapas de la vida: Aceptación del cambio de roles generacionales, exploración de nuevos roles sociales y familiares, declive físico, apoyo para un rol más central de las generaciones medias, afrontar la muerte ajena y preparar la propia. Revisión e integración de la propia vida.

Otras etapas adicionales del ciclo vital familiar:

Separación y divorcio: Aceptación de la parte de responsabilidad en el fracaso de la pareja, cooperar en las funciones parentales, elaboración del duelo por la unidad de la familia “divorcio emocional”, mantenimiento del contacto con las familias extensas.

Familia reconstituida: Nuevo compromiso para formar una familia, aceptar la complejidad y la ambigüedad, aceptar un nuevo modelo de familia con límites permeables.


La llegada de los hijos señala el inicio de una nueva etapa del ciclo vital, una nueva etapa llena de satisfacciones y placeres por descubrir, pero también de problemas nuevos.

Antes la vida conyugal estaba montada para los hijos, ahora no suele ser así, hace tiempo que tener hijos no es la principal razón de ser de la pareja, sin embargo, tener hijos sigue siendo la función más delicada e importante.

El nacimiento del primer hijo (aunque haya sido deseando y planificado) es el evento que mejor simboliza ese tránsito y pone a prueba la pareja.

La creencia de que LOS HIJOS UNEN cuando la pareja atraviesa dificultades, es totalmente falsa, no solo no es así, sino que, además los problemas empiezan precisamente con ellos, con los hijos.

Por eso es tan importante que las parejas se aseguren de su estabilidad antes de embarcarse en la tarea de ser padres, sin esperar de ello efectos mágicos, renovadores o revitalizantes.

Requisitos:

  • se trata de algo querido por los dos
  • es el momento oportuno, es decir, que no constituya un obstáculo para uno de los padres


Lo primero será:

Decidir la posición que la parentalidad va a ocupar en las prioridades de la pareja, está decisión puede hacerse implícita o explícitamente. Hay parejas en las que la negociación implícita funciona divinamente, pero esto no es lo habitual, así que antes de nada y por si acaso, lo mejor es explicitarla e intentar lograr acuerdos lo más claros posibles, porque las diferencias pueden ser enormes.

“Yo no haría otra cosa que estar con los niños” y “tu necesitas que sigamos teniendo actividades que no los incluyan”.

El dilema se plantea muy a menudo en el terreno del balance entre deberes y placeres. Así quien antes necesitaba salir, ir a espectáculos y frecuentar amigos, ahora puede conformarse con estar con los niños, mientras que el otro puede seguir necesitando de estas actividades sociales.

Algunos autores señalan dos tipos de parejas, los que son antes que nada padres y los que son fundamentalmente pareja. Ambos pueden ser excelentes padres y magníficos esposos, se trata de prioridades que, bien llevadas, no constituyen un problema para nadie.

Los que son sobre todo pareja suelen ver a los hijos desde el principio como seres potencialmente autónomos que, tarde o temprano, serán independientes y dejaran a sus padres solos, el uno junto al otro. Para ellos, de alguna manera, la crianza es un proceso de preparación para ese momento en que recuperarán su dimensión conyuga original.

VENTAJAS:

Favorece la autonomía y la maduración de los hijos que se verán muy estimulados

INCONVENIENTES:

Podrían darse actitudes poco afectuosas de unos padres que manifiestamente no les necesitan

Los que priorizan la parentalidad tienen una percepción de los hijos como necesitados de ayuda y que, en mayor o en menor grado, siempre necesitarán los cuidados de los padres. No contemplan separarse de ellos más que lo estrictamente necesario como la distancia física que permita independencia formal. Y no conciben mejor forma de realizarse como pareja que a través de los hijos.

VENTAJAS:

Brindarán cuidados y atenciones para una buena nutrición relacional.

INCONVENIENTES:

Tendencia a la hiperprotección y a la dependencia

Descuido de la pareja, podría degenerar en conflictos (potencialmente triánguladores de esos mismos hijos a los que tanto se ha cuidado)

Estos serían dos grandes bloques, (en cuyos extremos encontraríamos las posiciones generadoras de patología) pero entre ambas existen muchas posibles combinaciones funcionales. Pero también pueden surgir problemas cuando cada uno de los cónyuges se encuentra en un polo opuesto del otro. Lo más fácil es que, entonces, uno se sumerja de lleno en la experiencia de ser padre o madre como principal fuente de deseo y satisfacción afectiva, mientras que el otro experimenta la sensación de estar abandonado…y la posible ruptura del vínculo emocional.

PARA PREVENIR…

1.- Es más probable que esto ocurra en las etapas iniciales de la crianza, cuando los cuidados que requiere un bebé son más intensos, y además la lactancia materna puede desequilibrar la dedicación del lado de la madre.

PARA PREVENIR: Es importante que los padres planifiquen de común acuerdo la modalidad de crianza que desean para su hijo o hijos.

2.- Otra posible fuente de problemas puede ser la relación con las familias de origen en el proceso de crianza de los hijos, que puede dividir a los cónyuges entre quien defienda posiciones más autosuficientes y quien desee dar más protagonismo a los abuelos. En cualquier caso, estos deben ser discretos y permanecer en un segundo plano, dando prioridad a las decisiones de los jóvenes padres.

PARA PREVENIR: las situaciones delicadas solo pueden ser gestionadas positivamente si entre los esposos se mantiene una complicidad solidaria que dé preferencia al propio vínculo, sin que se afecte por las lealtades a la familia de origen. Y por supuesto, quien se encarga de poner en su sitio a la suegra o al suegro es el propio hijo o hija.

Los acuerdos sobre la organización de la crianza de los hijos son necesarios en todas las etapas de la relación parental y exigen una adaptación activa a las diferentes características de las mismas. Como hemos visto en el ciclo vital familiar, la adolescencia es, especialmente, una etapa delicada para la pareja, durante la que se ponen de manifiesto los diferentes criterios que pueden tener los padres sobre la autonomía creciente de los hijos. Pueden surgir dificultades cuando la pareja ya creía tener suficientemente trabajados los acuerdos, generando una nueva prueba para la armonía conyugal. Pero vale la pena esforzarse, pues superarla con éxito es una excelente experiencia reaseguradora y confirmadora de las potencialidades familiares.

Ana Garrido Psicóloga, Terapeuta familiar y de pareja  

 

Bibliografía consultada:

Conferencia: Pareja, hijos y tiempo libre: ¿es posible? Conductas predictivas de una buena y mala relación de pareja y su influencia en los hijos. D. Cueto Marcos y M.A. Cueto Baños PROLEPSIS. COPCYL.

Intervención psicológica en terapia de pareja. Ed. Psicología Pirámide. F. J. Labrador

El buen amor en la pareja. Ed. Destino. J. Garriga