Ruptura de pareja ¿Qué pasa cuando una pareja termina?
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Ruptura de pareja ¿Qué pasa cuando una pareja termina?

24/07/2020

Por Ana Garrido

El vacío de la pareja

La pareja constituye uno de los vínculos más importantes en la vida de las personas, será por eso que tanto hombres como mujeres nos embarcamos en este proyecto a sabiendas de que el amor puede hacernos los seres más felices de la tierra y también los más desdichados.

Cuando una relación comienza lo hace cargada de expectativas (sobre el otro miembro de la pareja, la relación…), sobre todo si tiene visos de ser mantenida en el tiempo, y estas, junto con el momento personal de cada uno, crearán las condiciones iniciales de la pareja condicionando el buen mantenimiento o el fracaso de la relación en el futuro.

Actualmente, los conflictos de pareja seguidos de ruptura están en pleno auge. En nuestras consultas vemos como muchos problemas vienen de las demandas y supuestas obligaciones que una pareja mínimamente comprometida conlleva. Estas demandas pueden ser explícitas, aquello convenido social y culturalmente, e implícitas, relacionadas con lo que en la fantasía de cada uno ha de hacer el otro por él y viceversa.

Las pérdidas sentimentales (divorcios, separaciones o noviazgos) pueden llegar a causar estragos en las vidas de las personas, afectando fuertemente a sus valores y creencias, generando una pérdida de autoestima, una disminución del rendimiento laboral y una intensa sensación de vacío. En ocasiones puede ser más difícil superar un duelo por separación que por pérdida o muerte de un ser querido, ya que la otra persona no está presente en nuestro día a día, pero sigue existiendo y si hay hijos en común, seguirá formando parte de nuestra vida.

Cuando perdemos una pareja nos sobrevienen sentimientos y pensamientos que hacen que nos sorprendamos actuando de un modo en el que nos cuesta reconocernos. Conocer las fases que conforman el proceso de duelo nos ayudará a identificar lo que podemos estar sintiendo.

Fases

Negación: es la primera fase y nos ayudará a sobrevivir a la pérdida. Es un mecanismo de defensa que nos prepara para afrontar la situación dosificando el dolor de la pérdida. Es una manera de negar el dolor mientras aceptamos la realidad.
Ira: aparece por la sensación de vacío tras la pérdida. Sentimos ira contra el otro por haberse ido y sentimos ira contra nosotros mismos por no haberlo evitado (esto puede generarnos sentimiento de culpa).

Negociación: en esta fase miramos hacia el pasado buscando consuelo, intentando encontrar la forma de librarnos del dolor. Nos criticamos y cuestionamos por aquello que (creemos) podríamos haber hecho de otra forma.

Depresión: en esta etapa nuestra atención se dirige al presente. Empezamos a tomar conciencia de la pérdida y aparece entonces una sensación de vacío más fuerte. Es muy frecuente que ante la falta de sentido en la vida que provoca la tristeza, las personas tiendan a evitar este estado. Sin embargo, es un paso necesario para poder procesar la pérdida.

Aceptación de la realidad: conlleva ser conscientes de lo que hemos perdido y aprender a vivir con ello. Poco a poco dejaremos de dedicar nuestras energías a la pérdida para dedicarlas a la vida, empezar a invertir en las personas que nos rodean y en nosotros mismos.

Esta clasificación nos ayuda a entender mejor lo que nos está pasando, pero debemos tener en cuenta que es un proceso gradual y una experiencia íntima que cada miembro de la pareja experimentará a un ritmo y de un modo diferente.

Cuando el duelo no se ha resuelto y aparecen problemas asociados como ansiedad, depresión, abuso de fármacos y alcohol o ideación suicida, se debe consultar con un especialista pues requieren de la psicoterapia para ser correctamente tratados y resueltos.

Más allá de la pareja

Si la pareja tiene hijos, además de su propio proceso de pérdida, deberá acompañar la pérdida que están sufriendo sus hijos. A veces es muy difícil controlar nuestra tristeza, nuestra ira, nuestra soledad, nuestro cansancio y nos dejamos llevar, pero es importante no abandonar la posición de padres. Es fundamental que los adultos sepamos diferenciar nuestro propio proceso del de nuestros hijos.

A los hijos les afecta la separación, la familia ha cambiado y nunca volverá a ser como antes. En algunos casos sentirán alivio, en otros experimentarán sentimientos ambivalentes y contradictorios, en otros temor, en otros culpa e impotencia, pero inevitablemente les afectará. Ahora bien, cómo les afecte dependerá de cómo lo manejen los padres, cómo se comuniquen los padres entre sí y cómo se lo comuniquen a sus hijos, todo esto condicionará el bienestar o malestar de toda la familia.

El niño tiene que ser informado de un modo claro, conciso y con la mayor naturalidad, la misma con la que le contamos otros hechos, pues tener una explicación les ayuda a encajar la situación. Debemos explicarle que hemos pensado mucho en ello, que estamos seguros de la decisión que hemos tomado y que no vamos a cambiar de idea. No hay que informarle de los conflictos que motivan la decisión, pero sí hay que dejarle muy claro que él no tiene nada que ver con esta decisión.

Los niños tienen distintas reacciones dependiendo de la edad, pero los problemas más frecuente suelen ser emocionales (tristeza, enfado, hiperresponsabilidad, miedo, culpa, soledad), seguidos de problemas escolares, sociales y físicos. Ser padres responsables y actuar de forma madura y adulta, pensando en el bienestar de nuestros hijos y en su adecuado desarrollo psicológico, no es una tarea sencilla pero es fundamental para la salud de los niños. Para ello es esencial recordar que los hijos no atienden tanto a lo que los padres dicen, sino a lo que los padres sienten o hacen. Estas reacciones, que pueden aparecer al comienzo de la separación de los padres, irán remitiendo a medida que el niño se vaya adaptando a la nueva situación. Si los síntomas persisten en el tiempo se deberá consultar a un especialista que realice una valoración y un tratamiento adecuado.

En este proceso es importante que tengamos en cuenta:

Que el niño necesita tanto a su madre como a su padre. Su mayor fuente de estabilidad será mantener relaciones continuadas con cada uno de ellos.

Transmitir al hijo respeto por el otro progenitor.

Las habilidades de los padres para negociar los asuntos relacionados con los hijos.

La capacidad de los padres de dejar al margen a sus hijos de los conflictos, peleas y resentimientos.

Mantener las relaciones familiares (abuelos, tíos, primos) y extrafamiliares (amigos, escuela, etc.).

¿Por qué cuesta tanto superar una ruptura?

En la práctica vemos las dificultades de llevar esto a cabo y es que, es complicado estar en esta situación, porque la tristeza, la rabia, el pánico y el dolor nos hacen sufrir. Y cuando esto pasa podemos replegarnos, retirándonos emocional y físicamente de la vida, o huir, mirando para otro lado haciendo caso omiso a nuestros sentimientos. Sin embargo, si nos atrevemos a adentrarnos en el dolor y atravesarlo, saldremos enormemente fortalecidos. La recompensa no es sólo encontrar un nuevo amor, si eso es lo que deseamos, sino la posibilidad de entrar en nosotros mismos, confiar en nuestra capacidad, y darnos la oportunidad de crecer.

Ana Garrido Casado.
Psicóloga CL-4036.
Terapeuta familiar y de pareja.
Experta en psicoterapia con niños y adolescentes.


Lecturas recomendadas:

El buen amor en la pareja. Joan Garriga. Ed. Destino, 2013.
Todo (no) terminó. Jorge Bucay y Silvia Salinas. RBA Libros, 2012.
Cómo ayudar a sus hijos a superar el divorcio. Elissa P. Benedek y Catherine F. Brown. Ed. Medici, 1999.