Mi familia y Yo
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Mi familia y Yo

01/05/2020

Por Ana Garrido

¿Cómo es tu familia?

Todos necesitamos sentir que formamos parte de algo, para algunas personas ese algo es la familia. Personas a las que recurrir cuando uno se encuentra débil, perdido o necesitado. La familia puede brindarnos amor, comprensión y apoyo, un lugar donde fortalecernos para afrontar con mayor eficacia el mundo exterior. En estas familias es fácil que uno se sienta tenido en cuenta, valorado, querido y se esperaría de él que tuviese en cuenta, quisiese y valorarse a los demás. Las personas que conforman este tipo de familias tienen una comunicación sincera, demuestran su amor y comprensión interesándose los unos por los otros, y disfrutan estando juntas.

Pero para algunas familias esto no es así, hay familias donde no hay amistad ni alegría. En estas familias se toleran unos a otros pero no han aprendido a disfrutar de estar los unos con los otros. Seguramente estas familias aceptan esta manera de vivir porque no conocen otro modo.

La diferencia entre unas y otras no es necesariamente la cantidad de problemas a los que tengan que hacer frente, si no que la diferencia está en su eficacia a la hora de resolverlos. El secreto está en una buena comunicación y en la capacidad de negociar.

Resolver los conflictos

Los conflictos familiares pueden estar causados por problemas individuales, de pareja o familiares, y estos pueden ir desde leves formas de desacuerdo y crítica (la repartición de tareas, los horarios) hasta altercados físicos o verbalmente violentos. Cuando las familias viven en conflicto, lo que uno dice –sea lo que sea- provoca automáticamente una respuesta defensiva en el otro, de modo que si esto se repite el conflicto se incrementa.

Los problemas de comunicación afectan a muchas a familias, porque además de lo que se dice es muy importante cuidar cómo se dice. Por ello es esencial para solucionar los problemas, identificar y tratar exactamente las cuestiones objeto de discusión y comunicar sólo sobre estos aspectos.

Hacer frente a los problemas

En terapia familiar ofrecemos a las familias un espacio de encuentro donde poder hablar y escuchar, un espacio donde desarrollar alternativas que resuelvan o ayuden a los miembros de la familia a hacer frente a los problemas.

Tendemos a defender o a criticar a la familia en función de nuestra propia experiencia, posiblemente cuando hablamos de familia cada uno de nosotros tiene en mente un modelo distinto, la nuestra. Todos nacemos en una familia, no elegimos las circunstancias que la rodean, como no elegimos a nuestros padres, hermanos o familiares. Si nos gustó como nos educaron nuestros padres y nos sentíamos bien de la forma que nos trataban, probablemente querremos incorporar todo eso a nuestra vida adulta. Si no fe así, si no nos gustó como nos trataron, probablemente querremos cambiarlo. Pero saber lo que no nos gusta no nos ayuda a cambiar, lo que verdaderamente nos ayuda es decidir lo que sí queremos y pensar en cómo conseguirlo. Cuando uno se da cuenta de que aquello que desea es muy distinto a la realidad de lo que tiene puede dejarse llevar por la ira, el desencanto, la rebeldía, el resentimiento o la resignación. O bien poner en marcha nuestra inteligencia emocional y mejorar nuestro entorno. Si no reflexionamos sobre nuestra realidad familiar tenderemos a repetir el modelo, dedícate unos segundos a pensar y contestar estas preguntas:

  • ¿Cómo es mi familia?
  • ¿Me siento a gusto con la familia que tengo?
  • ¿Tengo la sensación de estar viviendo con personas que me hacen sentir bien y en las que confío, y que a su vez les hago sentir bien y confían en mí?

En mi práctica como terapeuta familiar me he encontrado con muchas familias que confiesan sentirse incomodas y tensas cuando se reúnen todos juntos, algo que suele ocurrir en Navidad.

Llega la Navidad

En estas fechas la tradición manda reunirse y sentarse a la mesa como una familia feliz. Pero cuando esto no es así, cuando uno no se siente feliz y no disfruta estando junto a su familia estas fechas pueden generar sentimientos de soledad, de abandono y desesperanza. La tradición está muy bien cuando se disfruta y se comparte, pero cuando uno se ve obligado a fingir lo que no siente o a cumplir con los compromisos familiares para no herir sentimientos, es fácil que sienta mal humor, irritabilidad y escasa tolerancia. El resultado es un escenario perfecto para sacar a la luz conflictos familiares que ya existían o incluso generar nuevos.

Cuando las familias están teniendo problemas se sienten inmovilizadas por sus sentimientos inmediatos. Asustadas, tienden a magnificar el momento presente, pero es posible resolver los conflictos por muchos años que lleven enquistados. ¿Cómo? enfrentándolos y volviéndolos más pequeños y abarcables, sin perder de vista que la vida significa un continuo movimiento desde el pasado hacia el futuro donde las relaciones están en continua transformación.

La familia nos deja una huella importante, pero no es menos importante hacernos responsables de la vida que llevamos. Puede que no hayamos nacido en un entorno enriquecedor y amoroso, pero podemos crearlo, podemos cambiar nuestra realidad familiar, aceptando todo lo que nos han dado y rechazando todo lo que nos ha dañado. Sentirse fuera o sentirse rechazado es muy doloroso, todos necesitamos sentir que formamos parte de algo. Pues que mejor que ese algo, sean personas que nos quieren, con las que disfrutamos y aprendemos a madurar. Hacerse mayor implica inevitablemente aceptar las limitaciones de nuestros propios padres y a pesar de ello, saber cuidarse. Lo importante es lo que se comparte día a día.

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